- «Si no perdonas, te quedas anclado en el rencor»
- «Es importante perdonar; hazlo por ti, por tu salud mental»
- «No quiero que crezca odiando a su padre/madre; le he dicho que le tiene que perdonar»
¿Cómo te hacen sentir estas frases?
Al leerlas… ¿sientes culpa? ¿sientes obligación de perdonar?
Acompáñame leyendo este artículo; te va a interesar
El perdón es un proceso vinculado con el daño, con el dolor y con la reparación. Es un proceso muy complejo: a veces nos duele que no nos hayan pedido perdón y, en otros casos, lo que nos da rabia es precisamente que nos pidan perdón porque pensamos: «después de todo el daño que me ha hecho, me pide perdón y parece que ya está, que hay que olvidar todo».
Parece que todos tenemos claro qué es el perdón y, sin embargo, genera mucho debate: ¿para avanzar hay que perdonar?, ¿no perdonar es de «mala persona»?, ¿si me piden perdón debería perdonar?… Vamos a empezar por el principio:
¿Qué es el perdón? Es un proceso interno en el que se decide abandonar el vínculo de resentimiento/odio hacia quién nos ha dañado.

PERDÓN Y RECONCILIACIÓN: DOS PROCESOS MUY DIFERENTES, QUE SOLEMOS CONFUNDIR
-RECONICLIACIÓN: retomar la relación («hacer las paces»)
- Los dos procesos están vinculados con la REPARACIÓN DEL DOLOR; ya sea de forma interna (perdón) o en la relación (reconciliación)
- Para que haya reconciliación es deseable que la persona que ha dañado haga un mínimo reconocimiento del dolor causado. Aunque no os pongáis de acuerdo en lo que ha pasado; al menos que el otro escuche lo que te ha dolido. Es necesario darle un espacio al daño que te han hecho; tu dolor es importante.
- A veces nos empeñamos en que el otro/a nos dé la razón; y muchas veces para avanzar es importante entender que el otro/a quizás va a seguir pensando lo mismo y creyendo que tiene razón. Con la reparación no se busca tener la razón, sino que el otro pueda escuchar y dar valor a mi dolor. Cuando eso no es posible; es importante centrarte en cuidarte y no tanto en reparar la relación.
TANTO SI DECIDÍS RECONCILIAROS COMO SI NO; ES MUY IMPORTANTE QUE TÚ INDIVIDUALMENTE DES ESPACIO A ESE DOLOR: LE PONGAS PALABRAS Y SE LO CUENTES A OTRO O A TÍ MISMO/A PARA ELABORARLO.
PARADÓJICAMENTE PARA QUE EL DOLOR NO DUELA TANTO, HAY QUE SENTIRLO Y DARLE ESPACIO.

EL PERDÓN EN ALGUNAS SITUACIONES…
«HABLARLO NO SIRVE PARA NADA…»: muchas veces sentimos esto porque vemos que al hablarlo no nos entendemos o el otro invalida mi dolor. Esto sucede muchas veces y, sin embargo, hablarlo sí sirve; pero hay que elegir bien con quién lo hablo y saber que hablarlo sirve para ti; para darle importancia a ese dolor y no «hacer como si nada». Hablarlo sirve porque le das valor a tu dolor; no por la respuesta que te da el otro. Aún así es importante hablarlo con alguien que te escuche y respete.
«EN MI CASA NO PEDIMOS PERDÓN; HACEMOS COMO SI NADA»: ¿y eso cómo te hace sentir? A veces parece que es «lo más cómodo» porque nos ahorramos conversaciones incómodas; pero suele tener un coste muy elevado: nadie se responsabiliza del dolor, no se da importancia al dolor del otro, se enseña que en las relaciones no es necesario reparar y pueden generarse rencores sin que el otro sea consciente.
«¿QUIÉN TIENE QUE PEDIR PERDÓN A QUIÉN?»: ¿Quién es la víctima y quién es el agresor? En muchos conflictos las dos personas sienten que el otro/a es el que tiene que «pedir perdón» (que ya sabemos que en realidad este término significa reconciliarse, porque perdonar es algo individual).
Para que haya reparación no es tan importante quién tiene la razón; sino que se reconozca y se de valor al dolor del otro. A veces las dos partes podríamos «pedir perdón» incluso sin estar de acuerdo con los argumentos del otro, pero asumiendo que hemos dañado y que nos han dañado.
A veces hablando desde las emociones (cómo me/te has sentido), y no desde los argumentos; nos podemos entender. Otras veces, perdonar es un arma de doble filo que se usa para tratar mal al otro una y otra vez.
En definitiva, para decidir si perdonar o no, si reconciliarte o no: escucha al otro y, sobre todo escúchate a ti: ¿yo qué necesito hacer con este dolor? ¿quiero perdonar o reconciliarme? ¿el otro escucha mi dolor, lo valida o lo desprecia y minimiza?