Tomar la decisión de ir a terapia no es fácil. A día de hoy, acudir al psicólogo está más normalizado y se habla con frecuencia de la importancia de la salud mental, pero aún así es una decisión difícil de tomar. Cualquier persona que da el paso de empezar un proceso de terapia está haciendo un esfuerzo enorme para estar mejor, cuidarse, conocerse y responsabilizarse de sí mismo.
Como es una decisión difícil, te dejo algunas preguntas frecuentes que pueden orientarte en esta toma de decisión:

Cada proceso es único y la decisión la tomas tú; pero sentirte mal emocionalmente es un motivo de peso para empezar terapia; aunque no sepas por qué te sientes así o aunque creas que no te ha sucedido nada que lo justifique. Si te sientes mal emocionalmente o te faltan herramientas para afrontar una situación, pide ayuda y la psicóloga te orientará y acompañará en el proceso.
1. ¿Cómo saber si es el momento para empezar terapia?
Se trata de una decisión individual y muy personal, de manera que el momento en que se toma y los motivos dependen mucho de cada caso. Por lo general, cuando una persona se está planteando acudir a terapia, suele encontrarse en uno de estos dos escenarios:
- “La gota que colma el vaso”: me ha pasado algo concreto (una discusión, una ruptura, la pérdida de un ser querido, un cambio vital importante…) y me está costando asimilarlo o estoy sufriendo por ello y necesito herramientas para gestionarlo.
- “Llevo un tiempo sintiéndome así…”: se toma la decisión sin que haya sucedido un evento detonante; sino porque llevas tiempo sintiendo malestar y el espacio de terapia puede servirte para entender de dónde viene este malestar y aprender herramientas para gestionarlo. Al no haber una “gota que colma el vaso”, es difícil tomar la decisión porque puede que te hayas acostumbrado a la tristeza o a la ansiedad o puede que pienses: “no me ha pasado nada para estar así” o “ya debería haberme acostumbrado a esta situación”.
2. ¿Qué tengo que tener en cuenta al elegir al psicólogo/a que me va a atender?
Este es uno de los puntos más difíciles; pero es importante pararse en él y hacer una buena búsqueda teniendo en cuenta al menos los siguientes aspectos:

¿Desde qué enfoque de la psicología trabaja el profesional?
En psicología existen varios enfoques de trabajo; los principales son: cognitivo-conductual, psicoanálisis, humanista y sistémico. El enfoque de trabajo va a marcar el formato de las sesiones y el nivel de profundidad del proceso. Hay enfoques, como el cognitivo-conductual, que dan estrategias y pautas muy concretas y se centran exclusivamente en los síntomas; mientras que otros enfoques como el humanista o el sistémico atienden a las emociones y a las relaciones y ahondan más para que puedas hacer cambios más profundos.
Referencias del profesional: si tomas la decisión de empezar terapia; puede ser muy útil preguntar a tu red de apoyo ya que acudir a un profesional con buenas referencias suele dar más seguridad. De todas maneras; ten en cuenta que cada proceso de terapia es único: es posible que a otras personas les haya servido algo que a ti no te encaja. Por eso, en la llamada informativa y durante las primeras sesiones, escúchate y valora cómo te sientes tú en ese espacio y con ese profesional. Además de las recomendaciones, siempre es útil buscar la web o redes sociales profesionales de la psicóloga porque te permitirán acercarte un poco más a su forma de trabajo.
Cercanía del despacho y/o formato (online o presencial): las sesiones tendrán una frecuencia (semanal o quincenal) que requieren de continuidad. El proceso no se realiza en una o dos citas; por eso, es importante tener en cuenta la ubicación del despacho, ya que si está muy lejos a la larga puede suponerte una dificultad.
Desde la pandemia se ha incrementado la terapia online y está científicamente demostrado que este formato no pierde efectividad respecto al presencial. De todos modos, aunque la efectividad sea la misma; es importante que tengas en cuenta tus preferencias y tu situación: si tienes un espacio de intimidad para hacer la terapia en casa, si sientes que no te vas a sentir cómodo… También es importante que sepas que no todas las dificultades psicológicas pueden atenderse adecuadamente en formato online; por ello, si el profesional valora que es necesario atenderte en presencial, te lo indicará.
Precio de las sesiones: en España el precio de las sesiones individuales oscila entre los 50 y los 80 euros/sesión. Al tratarse de un proceso que requiere de una continuidad y duración es importante tener en cuenta el precio.
3. ¿Cuánto dura el proceso de terapia?
Aunque entiendo que es una duda frecuente, no puedo responderte; y probablemente la mayor parte de los psicólogos/as no puedan concretar la duración general de un proceso terapéutico. Esta duración depende mucho de la demanda, la sintomatología, los objetivos de trabajo y el ritmo que necesite el proceso y la persona.
Hay enfoques en psicología, como la Terapia Breve, que establecen un número concreto de sesiones desde el inicio; pero en la mayor parte de los enfoques la duración está determinada por los objetivos de trabajo y por el tiempo que requiera el proceso. Reparar patrones relacionales, heridas vinculares, elaborar pérdidas o aprender herramientas de regulación emocional, requieren de un proceso y de tiempo.

4. «Hay cosas que no estoy preparada para contar al principio ¿tengo que contarlo todo en la primera sesión?»
No; lo más importante en las primeras sesiones es generar un espacio seguro y valorar si te sientes cómodo con el profesional. En el proceso terapéutico es muy importante el vínculo y la relación que construyes con tu psicóloga y; como en cualquier otra relación, se requiere de tiempo y de un proceso para construir la confianza.
Respeta tus ritmos para contar tus vivencias; y si necesitas ir más despacio o abordar temas importantes más adelante, díselo al profesional que te atiende. En líneas generales, la psicóloga se amoldará a tu ritmo, aunque en algunos casos es necesario que la profesional ahonde en las primeras sesiones en síntomas o en cuestiones complicadas, para poder valorar adecuadamente la situación y la seguridad del paciente (autolesiones, ideación auto lítica…).